sabato 18 novembre 2017

Rita Eder :

EXPO -MAM  - 1987


Los pequeños rombos de color vibran como pájaros en vuelo, apenas detenidos por une compleja trama de líneas que atraviesan el plano hacia puntos cardenales desconocidos. A tras de estos laberintos - en donde se pierden y encuentran sensaciones - está el desierto, el silencio del lino crudo, un espacio de arena sobre el que la artista camina e imprime la huella de su mirada. Estas impresiones, meros presentimientos de la sensibilidad de Myra Landau nos jalan hacia una segunda meditación, más precisa, sobre su manera de trabajar.
 
En sus escritos, porque Myra es un tanto poetisa (véase: Si sabes ver), irrumpe con fiereza, la defensa de la sabiduría de los sentidos - para ella - detonantes de la creatividad. Ellos son más fuertes, más sabios y por lo tanto, vencedores de la pura técnica, de aquella que no pasa por la verdad del sujeto que se acerca a la transformación del mundo sensible.

Por temperamento parecería ubicarse en la pintura intuitiva. Es cierto que se inició en el grabado hasta llevarle a todas su posibles herejías, dejando que el ácido decidiera caprichosamente los resultados. En sentido opuesto, su pintura es portadora de un riguroso y diario ejercicio para encontrar un lenguaje en que, si bien domina la investigación en torno a determinadas leyes del color y la línea, compromete sus sentimientos en un lirismo siempre corregido por un pudor que puede llamarse buen gusto o refinamiento.

Así encontramos en los trabajos de esta artista una rara combinación: un arte óptico que no sólo se sustenta en las leyes del ritmo cromático y lumínico, sino sobre todo en su capacidad para hacer que este juego visual - que se complementa en la visión del espectador - se convierta en una poesía del color, con sus sugerencias, sus secretos, su fugacidad y también sus valores concretos.




Rita Eder



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